La tormenta perfecta que amenazaba con paralizar la recuperación del sector editorial no ha terminado de producirse. Quedan, sin embargo, nubarrones (inflación y falta de papel, por citar los dos más acuciantes) que condicionan un negocio que celebra cifras y aumentos de ventas desconocidos desde la Gran Recesión. Así, la carrera por publicar y recuperarse de la pandemia choca con nuevos problemas: un encarecimiento del coste de producción del libro que implica el reajuste de los márgenes y alguna subida de precio, reimpresiones más lentas, retrasos en las entregas, más devoluciones. Salvo quizás los grandes grupos, el resto del sector replantea y modifica sus estrategias estos meses: el futuro inmediato del libro se escribe ahora. Editores, libreros, autores, fabricantes de papel y distribuidores analizan dificultades y posibles soluciones.
Sellos grandes y pequeños mantienen su ritmo de lanzamiento de novedades, pero reducen o retrasan las reediciones y modifican las tarifas de algunas obras ante las complicaciones para imprimir
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